Estimados culpables del atentado en Bruselas,
Cada vez escucho noticias sobre un nuevo ataque me ocurre lo mismo: busco fuentes, testimonios, estudio la historia del conflicto, analizo los bandos, pero siempre llego al mismo punto. Y es que no lo entiendo. ¿A quién se supone que estoy escribiendo esta carta de protesta? ¿Quién se supone que eres para salir ganando con todo esto? Cientos de vidas desaparecen, miles de corazones se rompen, la economía cae, aumenta la pobreza, la inseguridad crece… ¿Es que os habéis vuelto locos?
Cuando algo como lo que ha sucedido hoy en Bruselas ocurre y la gente se pregunta por qué, se escuchan los típicos comentarios de supuestos indignados que se lavan las manos rápidamente: “Las guerras existen porque les interesan a unos cuantos”. La verdad es que llevo años queriendo conoceros. Sí, irme de cena con vosotros y preguntaros entre caviar y champagne qué es exactamente lo que os resulta tan interesante de las bombas, los refugiados y los muertos. ¿El dinero? Probablemente estaréis forrados y viviréis en mansiones, entonces… ¿para qué queréis más? ¿Quiénes sois exactamente: Ministros, empresarios, religiosos, eurodiputados…?
Me gustaría pensar que esta carta va dirigida al típico millonario sin escrúpulos sentado al borde de su piscina con las manos llenas de oros y rodeado de mujeres. Sin embargo, esta teoría conspiratoria suena más a película de Hollywood que a realidad. Y es que si me paro a pensarlo llego a la escalofriante conclusión de que esta carta va dirigida a cada uno de nosotros, a cada uno de los ciudadanos de a pie que cada día pasa de página con indiferencia cuando ve una noticia sobre refugiados, cuando escucha comentarios racistas o de odio hacia otras razas o religiones.. Parece que solo levantamos la mirada cuando la bomba explota delante de nuestras narices.
Está claro que no somos nosotros los que cerramos un campo de refugiados, sino la UE. Es evidente que no nos colocamos nosotros el chaleco con explosivos, sino un Yihadista. Sin embargo, no indagamos demasiado cuando nos enteramos de que parte del petróleo con el que llenamos nuestros depósitos pueda provenir de los 60.000 barriles diarios que vende el ISIS a otros países. Tampoco nos indignamos cuando nos enteramos de que las potencias europeas venden armas a los “rebeldes moderados“(siempre me he preguntado cómo se puede ser rebelde y moderado al mismo tiempo). En cambio, no tenemos problema en llenar nuestro Facebook con sutiles mensajes de odio hacia otros países o religiones sin enterarnos, o sin querer hacerlo. Sí, realmente es mejor no empaparse de todo eso y seguir sintiéndonos hiper-solidarios dándole a me gusta en lo mensajes de condolencia por los atentados o poniéndonos la bandera belga en nuestros perfiles. Es más fácil hacer echarle la culpa al resto que mirarnos al ombligo y pensar qué estamos haciendo mal…
Me dirijo a vosotros, esos ciudadanos de los llamados países “civilizados” que nos pensamos que todo esto es culpa de todos los habitantes de esos otros lugares “incivilizados”. Calmamos nuestra conciencia debatiendo arduamente sobre si las razones de este conflicto son religiosas, políticas o económicas sin pantearnos que no existe ninguna razón que justifique algo así. Este atentado y los de París son solo una advertencia de que simplificar así nuestros pensamientos para alejar preocupaciones tiene un peligro y es que no solo matan las bombas, también lo hace la indiferencia.
Quizás es el mundo entero el que se está volviendo loco…
Atentamente,
Yo